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Inestabilidad cambiaria, salvataje de Estados Unidos y otras medidas

Un análisis de la principal propuesta económica de Javier Milei. 1) ¿Por qué se produjo la inestabilidad cambiaria? A mediados de septiembre, el esquema cambiario mostró señales de agotamiento cuando el dólar oficial alcanzó el techo de la banda. Para sostener el tipo de cambio, el Banco Central vendió USD 1.110 millones en solo tres días. Ese nivel de intervención hacía inviable mantener la política cambiaria hasta las elecciones. La tensión cambiaria puede explicarse observando tres fuentes centrales de presión sobre el mercado de divisas: la cuenta corriente, los vencimientos de deuda y la formación de activos externos, en un contexto de acumulación de reservas nula. Cuenta corriente negativa La cuenta corriente cambiaria —que registra exportaciones, importaciones, turismo, pago de intereses, utilidades, salarios y transferencias— mostró en agosto un déficit de USD 1.133 millones. Después de dos meses excepcionales de superávit, volvió a terreno negativo y acumula déficits desde junio de 2024. El principal factor detrás de este cambio es la apreciación del tipo de cambio real, que incentivó el aumento de importaciones y del turismo emisivo. Montaña de vencimientos de deuda Entre la fecha actual y el final del mandato de Javier Milei en diciembre de 2027, el sector público debe afrontar vencimientos por USD 35.734 millones con el FMI y acreedores privados. Si se amplía el horizonte hasta diciembre de 2031, los vencimientos totales ascienden a USD 121.336 millones. Las dificultades para acumular reservas y las obligaciones de deuda se retroalimentan. Tras el acuerdo con el FMI durante la cosecha gruesa, el gobierno decidió no reforzar reservas para priorizar la desaceleración inflacionaria. Si el BCRA o el Tesoro hubieran comprado reservas, generando demanda de divisas en el mercado de cambios, el dólar no hubiera caído como lo hizo en mayo y junio, cuando se mantuvo por debajo de los $1.200. Esta decisión deterioró las expectativas de pago, elevando el riesgo país. A su vez, un mayor riesgo país genera la expectativa de que el acceso al financiamiento externo será limitado. El riesgo país sube cuando cae el precio de los bonos del tesoro denominados en dólares. Cuando el precio de un activo cae, su tasa de interés sube. Esto implica que, a mayor riesgo país, es mayor el costo de conseguir nuevo endeudamiento. A partir de cierto umbral, ese costo es tan alto, que en los hechos implica tener cerrado el acceso a los mercados de deuda. Esa es la situación de Argentina y el gobierno no logró revertirla. Bajo ese escenario, el mercado anticipa que el Tesoro tendrá que recurrir al Mercado Libre de Cambios (MLC) para conseguir los dólares necesarios, lo que implica una presión devaluatoria adicional. Este proceso refuerza la demanda de divisas, eleva el tipo de cambio hacia el techo de la banda, dificulta la acumulación de reservas y, en un círculo vicioso, consolida la expectativa de que los vencimientos no podrán refinanciarse. Formación de activos externos en máximos Tras la salida del cepo, lLa formación de activos externos —la demanda de dólares por parte de personas físicas, también llamada fuga de capitales— alcanzó su nivel más alto desde 2019. En agosto registró un saldo positivo de USD 3.188 millones y acumula USD 17.918 millones desde abril de 2025. Este comportamiento está vinculado a la expectativa de agotamiento del carry trade. Si se produce una devaluación, la tasa implícita en dólares de instrumentos como las LECAPs se vuelve negativa. En ese escenario, los inversores desarman posiciones en pesos para migrar a instrumentos dolarizados -anticipándose a la devaluación-, lo que acelera la demanda de divisas y agrega presión sobre el tipo de cambio. 2) El gobierno reacciona: medidas para frenar la corrida Ante la presión cambiaria y la pérdida de reservas, el gobierno implementó en pocas semanas una serie de medidas orientadas a contener la demanda de dólares y sostener el régimen de bandas. Estas acciones pueden agruparse en tres grandes bloques: apoyo financiero externo, adelanto de liquidaciones del agro e intervenciones financieras internas. El efecto Scott Bessent El 22 de septiembre, el gobierno anunció un entendimiento con autoridades estadounidenses, tras una reunión entre Milei y Donald Trump y un mensaje posterior del secretario del Tesoro, Scott Bessent. Si bien por ahora solo hubo anuncios vía Twitter (nada concreto), el paquete de apoyo incluiría tres componentes: El anuncio generó expectativas de ingreso inmediato de divisas en magnitudes comparables a episodios recientes como el blanqueo del año pasado o el acuerdo con el FMI de principios de 2025. Sin embargo, en declaraciones más recientes, Scott Bessent matizó las últimas dos medidas y dio a entender que el principal apoyo pasaría por el Swap, probablemente influido por las discusiones estadounidenses de política económica. Así, como veremos en la próxima sección, los bonos argentinos tuvieron un “rally” entre el lunes 22 y el miércoles 24, pero luego se mostraron volátiles: cayeron por la falta de precisiones sobre el acuerdo y volvieron a subir ante la aparición de nuevos tweets. Adelanto de liquidaciones del agro En paralelo, el gobierno eliminó transitoriamente los derechos de exportación sobre granos, hasta el 31 de octubre o hasta alcanzar un cupo de USD 7.000 millones. El incentivo fue claro: quien liquide antes paga menos impuestos. Esto motivó a los exportadores a: Como ocurrió con el esquema del dólar soja, la medida genera un flujo elevado de divisas en el corto plazo pero reduce el potencial de liquidación en los meses siguientes. En menos de 3 días se alcanzó el cupo máximo de USD 7.000 millones. El Gobierno resignó recaudación por USD 1.500 millones, en pos de conseguir alivio de corto plazo en el mercado cambiario (y, de paso, darle un negocio a las cerealeras exportadoras, ya que nada garantiza que el beneficio de la baja de retenciones llegará a los productores). Intervenciones internas en el frente financiero y cambiario Después de las elecciones legislativas de la Provincia de Buenos Aires hubo un conjunto de declaraciones públicas de Milei y su equipo económico acerca de la continuidad del esquema cambiario de bandas. Afirmaron

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¿Qué está pasando con el dólar?

Intervención en el mercado cambiario en agosto Resumen: El lunes el gobierno anunció oficialmente que el Tesoro empezará a intervenir en el mercado de cambios para “contribuir a su liquidez y normal funcionamiento”, algo que ocurrió durante agosto y varias consultoras habían anticipado. El esquema de estabilización venía sosteniéndose con dos pilares: por un lado, la venta de futuros baratos por parte del Banco Central y, por el otro, la colocación de deuda en pesos a tasas altísimas por parte del Tesoro. En los últimos días, el Tesoro comenzó a intervenir directamente en el mercado cambiario y, en paralelo, el Banco Central les prohibió a los bancos aumentar su posición en dólares el día de liquidación de futuros, un cambio que marca un endurecimiento en la administración de la tensión cambiaria. Este documento explica la lógica de estas medidas en mayor profundidad dada la política económica vigente desde el acuerdo con el Fondo. Con la firma del acuerdo con el FMI, el gobierno logró revertir —transitoriamente las expectativas devaluatorias que llevaron la cotización del dólar paralelo de menos de $1.100 en diciembre de 2024 a casi $1.400 a comienzos de abril de 2025. La firma de un nuevo acuerdo con el FMI por USD 20.000 millones, de los cuales USD 12.000 millones ingresaron automáticamente en abril, fue una fuerte señal de que el gobierno tendría “poder de fuego” para sostener el tipo de cambio por un tiempo. Como parte del acuerdo, el gobierno se comprometió a eliminar el cepo a las personas físicas e implementar un esquema cambiario de flotación entre bandas. Es decir, se abandonó el esquema anterior por el cual el tipo de cambio lo fijaba el BCRA y aumentaba al 1% mensual, para pasar a un esquema por el cual el dólar puede fluctuar libremente entre $1.000 y $1.400, sin intervención directa. El BCRA solo compra dólares por debajo de $1.000 y vende por encima de $1.400. Si bien el acuerdo con el FMI admite la posibilidad de que el Banco Central compre dólares (pero no que venda) dentro de la banda, Milei y su equipo económico comunicaron abiertamente que el BCRA compraría únicamente en el piso de la banda, abandonando el objetivo de acumular reservas internacionales. De esta manera, el dólar bajó a $1.132 durante los últimos diez días de abril y se mantuvo dentro del rango de los $1.150-$1.200 durante aproximadamente dos meses. La razón por la que el gobierno decidió no acumular reservas fue priorizar a toda costa el proceso de desinflación, basado en un tipo de cambio bajo y único activo de la narrativa oficialista. En el marco de la primera revisión del acuerdo con el FMI, el propio Fondo otorgó un waiver a Argentina, bajando en 5.000 millones de dólares la meta de acumulación de reservas para este año, convalidando en parte la política de ancla nominal del gobierno con respecto al dólar. Sin embargo, el gobierno todavía tiene que acumular USD 4.000 millones a diciembre de 2025 para cumplir con la próxima revisión. La tranquilidad cambiaria duró poco. La última semana de julio comenzó un proceso de aumento del dólar, causado por razones estructurales, estacionales y coyunturales. Desde lo estructural, el gobierno tiene que pagar vencimientos crecientes de deuda en dólares a partir del año que viene (ver gráfico 2), pero, como explicamos previamente, el Banco Central no acumuló reservas (más allá de lo que ingresó por el acuerdo con el FMI, que se supone que es para pagarle al propio Fondo). Además, hubo un fuerte aumento de la formación de activos externos del sector privado (FAE) como consecuencia de la salida del cepo y que desde entonces acumuló USD 14.730 millones, un valor muy significativo. Desde lo estacional, el fin de la cosecha gruesa y el inicio del segundo semestre del año, más complicado en materia de ingresos de divisas. Esto se vio agravado por la baja temporal de las retenciones hasta el 30/6 (luego devenida en permanente), que generó un adelantamiento de la liquidación, lo que permitió un holgado superávit comercial en junio y julio, pero dejó a los últimos días de julio con menos liquidación de lo normal. Por último, desde lo coyuntural, el abandono de las LEFIs que implicó una fuerte inyección de liquidez sobre el sistema y la compra de dólares por parte del tesoro para el pago de vencimientos de deuda en julio. El abandono de las LEFIs: el detonante de una nueva corrida En julio de 2024, el equipo económico encabezado por Caputo y Bausili anunció el fin de los pasivos remunerados del Banco Central, las letras que compraban los bancos a cambio de una tasa de interés, para gestionar su liquidez y obtener rentabilidad sobre los fondos captados. El motivo de esta medida era reducir la emisión asociada al repago de estas letras. El mecanismo para ello fue la creación de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI), un instrumento emitido por el Tesoro, pero cuya tasa era determinada por el Banco Central. El Banco Central canceló la totalidad de los pasivos remunerados con los bancos a cambio de que estos últimos depositaran la liquidez en LEFIs, cuyos intereses serían pagados por el Tesoro, a través del superávit fiscal. La razón por la cual los bancos entraron en este esquema fue que las LEFI se caracterizaban por estar respaldas. Esto quiere decir que, si bien eran un activo con fecha de vencimiento de entre un mes y un año, los bancos tenían la posibilidad de venderlas al Banco Central a valor técnico, reduciendo el riesgo para los bancos. El riesgo para el gobierno era que, en un hipotético contexto de incertidumbre financiera, los bancos podían vender las LEFIs masivamente al Banco Central quien, estando obligado a comprarlas, habría estado obligado a emitir. Fue con el motivo de terminar con este riesgo que, en julio de 2025, un año después de su creación, el gobierno decidió eliminar las LEFI. El Banco Central le pagó la totalidad del stock de LEFIs a los bancos, buscando

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